Ya está colgada la primera entrevista de esta experiencia tan especial. Tanto, que estoy pensando en clonar al “sosio”. Eso sí, al auténtico lo pintaré de algún color llamativo para poder reconocerlo y de paso, para que haga juego con el sofá (qué hortera soy).
Fuera coñas: ¡cómo curra el cabronazo! Y cómo lo aprecio.
A estas alturas de la obra, ya tenemos abierta toda la planta baja. Es muy grande y estamos pensando en mejorarla, así que ya se verá.
Por otro lado, los arquitectos están flipando bastante, y mucho más después de la paella que nos metimos entre pecho y espalda el otro día. Epa, de marisco y fresco, nada de congelado. Aunque para que me creáis, ya colgaré alguna que otra foto para que babeéis un rato.
Y es que todo esto ha empezado como una experiencia distinta y tiene que seguir así. Porque, ¿qué obra/construcción tiene cocina y cocinero privado? No quiero que penséis que estamos forrados, porque no es así. En realidad, el cocinero soy yo, un humilde chef que se defiende ante la disyuntiva de comer o comer bien, que cuesta lo mismo.
Volviendo al “sosio”, sólo decir que es una bestia parda. Para entendernos, Pol es como Pepe Gotera y Otilio multiplicados por 10. Además, es como la señorita Rottenmeir, porque si no haces lo que le sale de los huevos… ¡te machaca hasta decir basta!
Ya es hora de irse a dormir, que si no me despierto a tiempo, tocará bronca.
Seguiré informándoos por aquí, o por Facebook o Twitter, de un proyecto que se plantea como una alternativa de futuro.
Saludos a todos/as.
P.D. Pol no sabe nada de este post… ¡la que me espera! jajaja